Apenas bajé del colectivo y pisé el suelo embarrado de Puerto López sentí ese característico olor a mar. Eran las seis de la mañana y una espesa neblina cubría el paisaje costero. De a ratos venía un vaho a fritura de los puestos callejeros. Mientras tratábamos de ubicarnos en el lugar sin mapa nuestra tonada nos delató.
─¡Oh argentinos! Minitas, fútbol y faso…¿Buscan una
moto-taxi para ir a Montañitas donde está la joda, no? ─dijo un hombre moreno y
pequeño que se acercó dispuesto a vendernos todo lo que pudiera.
─Ehhh no, gracias. Nos quedamos acá.
Cuando empecé a comentar que viajaría a Ecuador
para fin de año todo el mundo me recomendó Montañitas. “Ahí está la joda”, “está
lleno de argentinos”, me decían. Y en verdad era lo que menos buscaba. No
quería irme hasta un lugar tan lejano para encontrarme con mis compatriotas. Es
que hace cinco años atrás tomé una decisión: terminaría y empezaría un año nuevo haciendo
lo que más me gusta en esta vida: viajar. Desde entonces se me volvió un
vicio. Quiero conocer cómo celebran en otros lugares del mundo esta fecha
especial. Me intriga saber qué comen, con qué brindan, qué tradiciones tienen,
si compartimos o no algunas costumbres ¿O acaso viajar no se trata de eso? ¿de abrir
la mente y conocer otras culturas? De otra manera no hubiera sabido lo que es empezar
el año nuevo un día antes que mis seres queridos, sentir el jet-lag cuando
estuve en Nueva Zelanda y perderme en una ciudad desconocida por primera vez en
mi vida, lo que es compartir un buen asado en la
casa de un maestro en Tilcara y pasar el primer día del año en medio del carnaval
jujeño, acampar y brindar con grapamiel en Uruguay y disfrutar de una típica cena chilena y del enorme show de fuegos artificiales en Valparaíso.
Así fue entonces cuando descarté la opción de
Montañitas y preferí que Puerto López me sorprendiera.
Si bien su nombre lo indica, el lugar
no es en realidad un típico puerto porque
no hay
muelles donde embarcar sino que los barcos quedan atracados en el medio
de la bahía. Es un pueblo de pescadores al sur de la provincia de Manabí con
veinte mil habitantes. Allí se vive de la pesca y del turismo. En mi retina
quedó una escena bien marcada que describe el alma de este pequeño pueblo: las embarcaciones
pesqueras y las lanchas de los tours con pelicanos y piqueros volando alrededor.
A veces se pueden ver tortugas marinas nadando por ahí.
Ideal para sacar foto-charcos! |
Cada
dos días, los pescadores llegan a la costa con sus presas: grandes tiburones, peces espadas y mantarrayas son parte del botín. Los
pescados frescos serán luego los protagonistas de los comercios que se
aglutinan en la calle principal. En el
pueblo hay basura desparramada en las calles de tierra, charcos de agua acumulada y un malecón descuidado.
Algunos perros deambulan por ahí esquivando mototaxis y los hombres descansan
en las hamacas que cuelgan de sus casas. La gente charla en la vereda mientras toman aire fresco y disfrutan de eternos atardeceres rosados. Por las noches los grillos se hacen un festín en los hostels y buscan colarse entre los mosquiteros de las habitaciones.
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***
Reservá tu lugar. Cena
especial de fin de año, decía un cartel en
un restaurante de la calle principal. La decoración del lugar era de paja, tenía
sillas de mimbre, había flores colgando y el piso era de tierra.
─¿En
qué consiste la cena? ─le preguntamos al mozo.
─Una
entrada, un plato fuerte con cerdo,
patacones, arroz y salsa especial, un postre, una taza de chocolate y una copa
de vino para brindar ─respondió con una sonrisa convincente.
Como
era la última cena del 2013 decidimos que valía la pena gastar unos pesos más en un restaurante
y el menú nos tentó. Al instante nos trajeron todos los platos juntos. Eso ya
nos había sorprendido pero la gran sorpresa me la llevé cuando todo- y créanme cuando
digo TODO- tenía fruta abrillantada y agua de azahar. ¡Hasta el vino tenía gusto
a pan dulce! Intenté probar varias veces pero fue más fuerte que yo. Supe en
ese momento que tenía una opinión bien marcada al respecto: la fruta
abrillantada debería dejar de existir de la faz de la tierra. Y justo en ese momento en el que mi termómetro de mal humor aumentaba se cortó la luz. Todo el pueblo quedó a oscuras y en
silencio. No iba haber música y por ende no iba haber festejo en los barcitos
de la playa. Imaginé a todos yéndonos a dormir temprano (habíamos terminado de
(no) comer a las 21hs) y frustrados. Fue la primera vez que en estos cinco años nuevos
consecutivos que paso lejos de mi país extrañé el vittel toné de mi vieja,
el pan dulce con chocolate, las costumbres
argentinas, a mis amigos y sentí adentro de mi pecho una cierta nostalgia. Después
de unos largos minutos, reflexioné y me di cuenta que esto también era parte de
las experiencias viajeras. En los viajes
no siempre sale todo bien y -como en la vida misma- a veces las cosas no salen
como uno las espera. Respiré profundo, me lavé la cara y brindé a oscuras.
Al
rato volvió la luz y con ello la música y la alegría de la gente. Me compré un
helado a modo de cena (con el riesgo de intoxicarme por el corte de la cadena de frío pero mi mente se
reducía únicamente a dos pensamientos: 1. Tengo mucha, mucha hambre. 2. No hay nada que un helado
no pueda solucionar) y empecé el año nuevo sonriendo. Al ritmo de la rumba, la salsa y la bachata la música invadió
los bares de la playa y los locales
comenzaron a salir a las calles con sus mejores trajes. Las adolescentes
llevaban vestidos ajustados con lentejuelas, tacos altos y mucho maquillaje en
sus rostros morenos. Había pocos extranjeros. La mayoría de la gente era de la sierra de Ecuador que venía a pasar año nuevo a la costa.
Sobre la playa había
bares con lámparas de colores, reposeras,
hamacas paraguayas y tragos tropicales. La gente se descalzaba en la arena y, en
ronda, se dejaba llevar con la música latinoamericana. Al fondo, la inmensidad
del mar nos rodeaba.
Cuando el reloj marcó las doce de la noche, se
escuchó un grito multitudinario y las parejas comenzaron a abrazarse y besarse
y las familias y amigos a levantar sus copas. Un minuto después todos levantamos
nuestras cabezas. Unos rayos penetrantes de luces violetas salían disparados de
unas botellas para fundirse en el cielo estrellado. Sobre la arena los muñecos de
aserrín se quemaban para despedir el año viejo. Esa tradición –la quema de
muñecos- también se celebra en mi querida ciudad y entendí que a pesar de la distancia física uno puede sentirse a la vez muy cerca de
casa.
Información útil para
viajar a Puerto López (Enero 2014)
· Transporte desde Quito: La compañía de buses "Reina del Camino" va directo a Puerto López. Son cerca de 11 horas de viaje y cuesta USD $13. No se permite subir con mochila de mano, hay que dejarla abajo con el resto del equipaje. Importante: Para año nuevo hay que comprar el pasaje con ocho días de anticipación porque hay mucha demanda y los pasajes se agotan.
· Dónde dormir: Hay variedad de hostels en la calle principal pero también hay otras opciones en sus alrededores. Como Puerto López es muy pequeño conviene caminar un poco y conseguir mejores precios. Hay habitaciones a partir de USD $7 por persona.
· Dónde comer: Hay almuerzos en puestos callejeros
que cuestan entre USD $ 2,5 y USD $4 y que consisten en sopa, plato principal (pollo o pescado apanado) y
bebida. Lo mismo para cenar, se llaman “meriendas”. Sentarse en un restaurante
sale mínimo USD $10 por plato. Los platos típicos de la costa son el ceviche de camarón y la cazuela de mariscos. Una cerveza en un bar de la playa cuesta USD
$1,50. Hay un
único gran supermercado que es -"Casa Tía" donde se pueden comprar alimentos más
económicos para cocinar.
· Transporte a Guayaquil: La empresa "Jipijapa" va directo a Guayaquil. Cuesta USD $4 y dura tres horas y media de viaje.
· Consejo: Tené a mano tu cámara a la hora del
atardecer, vas a ver un hermoso paisaje costero! :)
· Ecuador tiene una diferencia horaria con Argentina de 2 horas menos.
· La moneda oficial es el dólar. Llevar siempre cambio, en muchos lugares no aceptan billetes de 50 o 100 dólares.
Próximo post sobre Los Frailes y la Isla Salango
2 comentarios:
Me encanto gil! siempre te lo digo, viaje con vos! y ademas me diste ganas de viajar.. jeje
tq!
Hermoso hija! ojalà encontremos un lugar nuevo para festejarlos juntas, te quiero mucho ma
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