viernes, 8 de mayo de 2009

Tercer Destino: Mini viaje a 20 y 50

Nunca creí que me podrían haber pasado tantas cosas en mi mini viaje. Y digo mini, porque era un traslado nomás desde mi casa (cerca de la Terminal de micros) hasta Control Urbano, en 20 y 50. Era un gran día, tenía que rendir mi examen práctico de manejo.
Esa noche dormí muy mal porque estaba ansiosa y porque a las 5.30 de la madrugada sonó la alarma de mi casa. El sonido chillante, constante y profundo me hizo saltar de la cama y yo ya me estaba imaginando que alguien me estaría apuntando con un arma desde el balcón. Afortunadamente había sido solo un pájaro pero ya no pude conciliar el sueño profundo. Estaba ansiosa, tanto que antes de que sonara el despertador ya estaba con los ojos abiertos mirando el techo. Había puesto el despertador más temprano de lo normal, por las dudas. Desayuné solo un café con leche ya que evité las tostadas de siempre porque se me había cerrado el estómago, producto de mis nervios.
Me fui caminando a la parada del micro y mientras, recordaba la táctica para estacionar correctamente que me había enseñado Hernán, mi profe de manejo de una clase. Estaba concentrada en las maniobras que tendría que hacer cuando de repente mi pie derecho pisó algo blanduzco. Efectivamente descuidé mis propios pasos y plafff… “Genial”, dije. Caca de perro, y ¡de qué perro!, seguramente había sido un Gran Danés. Si, me acordé hasta de la hermana que no tengo. Con mucha bronca me limpié en el pasto pero traté de pensar en positivo: “Bueno, dicen que trae buena suerte, a lo mejor me viene bien” .
Seguí caminando con el olorcito encima, y cuando ya estaba llegando a la parada del 307 una señora bajita y muy charlatana me preguntó dónde quedaba la Terminal de micros. Le expliqué que si se dirigía por diagonal 74 dos cuadras derecho se la iba a chocar. La señora, que me contó que se llamaba Mirta y que iba a buscar a su hijo que llegaba de Neuquén, pareció no creerme. Les recuerdo lo que les dije en la primera crónica: “Parezco del interior y dudo siempre cuando
me preguntan sobre las direcciones”. ¡Pero esta vez estaba realmente segura!! Y la señora me contradecía y encima me contaba la historia de vida de su hijo. Y yo miraba mi reloj y pensaba. Menos mal que había salido más temprano. El fortuito episodio de la mierda y la interrupción de esta señora habían atrasado mi mini viaje. Después de mucho “dialogar” respetuosamente le dije a la señora que realmente estaba apurada, y le recordé el camino que debía tomar. La señora, un tanto desquiciada pienso yo, me gritó que sentía el olor. Me di vuelta mirándola con mi mejor cara de traste y vi que Mirta finalmente se dirigía hacia el lado opuesto al que le había indicado.
Lo del olor era verdad, vergonzante, pero ya no llegaba a ir a mi casa a cambiarme las zapatillas. Sólo rogaba que el micro no tardara en venir. Cuando llegué a la parada, me di cuenta que mi tarjeta magnética de micro se había dañado, no me iba a funcionar. “Genial”. Y más genial cuando busqué en mi billetera y obviamente no tenía monedas. Cuestión que entre que me crucé al kiosco para comprar algo que no necesitaba para que me diera monedas me perdí dos micros que pasaron. “Esto de que pisar caca de perro trae suerte, es una estafa de alguien”, pensé. Ya a esta altura no estaba para nada contenta. Estaba un tanto irritada, pero me alegré al ver que por fin el micro llegaba.
En el recorrido debo reconocer que me fui tranquilizando. No quería llegar más nerviosa de lo que estaba, porque sabía que me iba a jugar en contra. Pero evidentemente, el día, Dios, alguien que me hizo un mal de ojos o no sé qué cosa o quién hicieron que mi mala racha continuara. El 307 frenó bruscamente. Y no volvió a arrancar. La gente furiosa, bajó a esperar el otro colectivo. Miré el reloj y como no tenía tiempo decidí terminar mi recorrido caminando ya que estaba a diez cuadras. Además cuando estoy en este estado de irritación me hace bien caminar sola para tranquilizarme. Como sabrán mis amigos pocas veces me pongo de mal humor. Muy pocas veces.
Ahora, cuando me pongo…. me pongo. Después pido perdón cuando me la agarro con gente que no lo merece pero en ese momento clave no te me acerques porque te puedo morder.
Así que a paso rápido (ya había perdido mucho tiempo por las interrupciones) empecé a caminar por la calle 50. Me había olvidado el mp3 pero no me importó, seguí, escuchando los ruidos de la ciudad. Hasta que de golpe una gota me cayó en la cabeza. Y otra. Y otra. Y otra más grande. Y así, de repente (no estaba anunciado) se largó a llover a cántaros. Sí, me volví a acordar de esa hermana que no tengo, de mi madre, y demás. Empecé a correr, inútilmente. Me mojaba lo mismo. Hasta que finalmente llegué a mi destino.
Miré la hora. Ya era tarde. Además de los nervios que ya tenía por el examen ahora se le sumaba el malhumor. Tenía sueño y hambre. El olor repugnante se había dispersado y mi pelo era algo incontrolable. Estaba empapada. El policía de la puerta, que escuché que estaba gastando a un tripero, me dijo haciendose el gracioso: “¿llueve?” A lo que al instante pensé: “No, te parece. Tenía calor y me zambullí en la pileta de mi casa, boludo”.
Y ahora ya sabía que me esperaba lo peor. Sacar número, que me tocara el 97 y que tuviera 40 personas adelante. Y luego, todas las cuestiones burocráticas al ritmo de: “Hacé tal cola”, “Dame los papeles”, “Llená ésta planilla”, “Andá a la ventanilla 3”, ”Esperá que ahora te llamo por el apellido”, “Sacate la foto”, “Firmá acá”, “Andá a la ventanilla 4”, “Poné el dedo derecho acá”, “Andá a la ventanilla 7”, “Entregá los papeles del auto”, “Andá a la ventanilla 5”, “Decime qué letras ves acá”, “Decime de qué color es el círculo”, “Andá arriba a la ventanilla 7” , “Bajá y esperá en el playón”, etc, etc, etc...
Y de repente me desperté. Y me quedé pensando unos instantes, confusa. No entendía. Sobresaltada, salté de mi cama y fui a buscar rápidamente mi billetera. Y al abrirla sonreí. Porque allí estaba ese papel nuevo, con mi foto y mis datos. Allí estaba ese papel que ahora me permitirá ser la conductora en mis viajes...





4 comentarios:

Pink_Flor dijo...

jaaa que bueno!
muy divertido tu relato...
a mi me pasó algo similar cuando saqué el registro...
ya estas motoriozada! a ver si te pones las pilas y llevas a pasear a tus amigas provincianas!
jaja
beso Gil
Flor

Rodrigo Gallay dijo...

Muy buen relato como siempre. Si te sirve de consuelo todos tenemos problemas o nos cruzamos con personas equivocadas el día de sacar el carnet; en la prueba teórica discutí con el inspector pq quería que le diga prohibido y yo decía no, yo le quería hacer entender q cuando algo está prohibido "no" se hace. Reivindico q parezcas del interior y me consta q es difícil q este de mal humor, igual cualquiera tiene un día sombrío. éxitos

Gabo dijo...

Gil cuando un pisa mierda, no dice "pisé caca de perro" dice "la puta que lo re mil pario, meti la pata en una montaña de mierda!!!" jajaja! Y descreo del mito popular de que trae suerte, que fortuna puede dar oler a excremento???? Y cual es el acto instintivo de una persona al pisar mierda? Frotar con furia la suela de la zapatilla contra el pasto, calle, cordon de vereda, cara de alguien (?) su pie sucio xD

El resto de la historia muy bueno, de en serio te pasó todo eso??


PD: Si pudiera erradicaria a todos los micros de esta ciudad , los odio jaja! Servicio de mierda, jaja lo volvi a decir


Besos Amigaa!!!

Anónimo dijo...

Que mala leche, chabona. Jaja, lo mejor es la parte de la señora que te agita lo del olor... buenísimo, jaja!
Ah, y sí, hacete cargo, sos Gilda Peluca...
PD: para cuando las fotos?
Besos