miércoles, 10 de febrero de 2010

NZ 2010

PRIMERA SEMANA
DÍA 1

El avión salía a las 2.05 am. Tres horas antes llegamos al aeropuerto, hicimos el check in y nos despedimos de nuestras familias. A Jose se le piantó un lagrimón. Yo traté de hacer la despedida lo más rápido posible: chau, chau, adiós, pero mi mamá me llenó de besos, abrazos y consejos. Mi viejo me miró y en tono muy serio me dijo solamente tres palabras: Volvé, por favor... Me sonreí y le guiñé un ojo.



Ya en el preembarque empezamos a hacer sociales. Mi objetivo de conocer gente ya se estaba cumpliendo antes de tomar el avión. Resulta que ya ¨conocía¨ a Lula, una chica de Saladillo y a Federico, un chico de Villa del Parque. Nos habíamos contactado por internet un par de meses antes y habíamos charlado un poco. Nos reconocimos obviamente por la foto del msn. Lula nos presentó a su hermana Ludmila, que también viajaba con ella, y a la charla se sumó Gonzalo, un chico muy alto de La Plata (tripero, obviamente).
Como dice mi amigo especial Rivarola, el mundo es un pañuelo y nosotros los moquitos. Nunca lo habíamos visto en la ciudad de las diagonales, pero hablando descubrimos que teníamos varios conocidos en común. La charla con los argentinos fue muy divertida e informativa, cada uno contó los planes de su viaje. Algunos más organizados, otros más a la deriva, todos estábamos muy ansiosos con esta aventura que ya arrancaba.
El vuelo duró 13 horas, en el medio por la diferencia horaria, perdimos un día (muy loco, no?). Mi cualidad de dormilona no me falló esta vez. Creo que dormí 12 de las 13 mientras que a Jose le costó más dormirse. Ni bien llegamos nos esperaba un transfer de EF (Education First, la escuela donde estudiamos). Nos despedimos de los argentinos y quedamos en que posiblemente nos volveríamos a encontrar en alguna calle de Auckland (ya que obviamente no nos podíamos pasar nuestros celulares argentinos porque no funcionaban).
El transfer dejó primero a unos japoneses y brasileros y después a Jose en su barrio: Unsworth Heigths. El barrio era de película, casas de madera pintadas con colores pasteles, árboles a los costados y los mejores autos estacionados (y hasta yates).


La última en llegar a su casa fui yo. Mientras charlaba con el chofer, un hombre grandote y muy simpático que me hacía escuchar hits del momento. Luego de 30 minutos viajando por la ciudad llegué a mi barrio: Birkdale. Es parecido al de Jose. El chofer me dijo: "Kristina (la dueña de casa) tuvo una urgencia, mientras te podés quedar con sus vecinos". Acepté sin problemas, aunque la situación me pareció muy extraña. Ayer estaba tomando mates con mis amigos y hoy estoy en NZ entrando a una casa desconocida, tomando un café con dos desconocidos mientras espero que llegue otra desconocida para poder entrar a otra casa desconocida que será por dos meses mi casa y mi familia. Se trataba de un matrimonio mayor. Él se llamaba Mori y era kiwi (aclaración acá kiwi se les dice a los nativos, a la moneda y a los pájaros). Ella, Vanesa y era inglesa. Se conocieron en Inglaterra cuando él estaba en la marina y lo mandaron allá una vez. Se casaron y él la trajo acá. No tuvieron hijos, pero me mostraban orgullosos un perro muy chiquito y marrón (por no decir bastante feo el pobre) al que adoraban como un niño.
Después de haberme tomado el café me ofrecieron otro al que acepté por compromiso. Fueron amables conmigo aunque la conversación nos costó bastante. Hablaban muy rápido y con un acento muy particular y con la boca muy cerrada. Luego de un rato, me avisaron que había llegado Kristina.
De un auto gris se bajó una señora rubia de mi estatura, de unos 50 años.Tenía el pelo cortito a lo varón y ojos azules. "Hi Gil!! Sorry for the delay". I had a problem with my friend", me dijo disculpándose. Le sonreí diciendo que no había problema, y la abracé a modo de saludo. Los suecos no se caracterizan por ser muy afectivos pero poco me importó. Me nació así, después de todo esa desconocida iba a ser la persona con la que iba a convivir dos meses. Me ayudó con la mochila, el bolso y la otra mochila (sí, me traje ropa de más) y me invitó a entrar a la casa (ubicada en 28 B Verbena Road). Lo primero que ví antes de atravesar la puerta fue un estante con muchos zapatos. No era Reyes asi que pregunté si me tenía que sacar los zapatos. "Yes, please. It's better to clean", me contestó. Por adentro me reí y pensé: "ok, pero se tendrá que aguantar mi olor a patas!" En el piso de abajo me mostró que estaba mi habitación. Allí el piso estaba alfombrado, había un sillón muy cómodo, una mesa ratonera de madera que hacía juego con un escritorio, un estante y dos cajoneras. Una mini escalerita llevaba a un cuadrado en la pared. Allí había dos colchones: uno tenía una sábana y un acolchado por lo que supuse que esa sería mi cama. (Si bien propiamente dicho cama no tengo, ese colchón resultó de los más cómodo). Vale aclarar que no usan sábana, sino solo la de abajo y luego el acolchado.


En el primer piso está el living, la cocina, el baño, el lavadero y otras tres piezas. El living es muy amplio, tiene un sillón beige muy cómodo, una estufa a hogar y el árbol de navidad al costado (real, no artificial).



La cocina está separada por una barra. Tiene una heladera y un armario con una especie de almacén adentro. Me mostró donde estaban las cosas más útiles de la cocina. Lo mismo hizo con el baño y me enseñó de forma amable las reglas de la casa: secar los rincones de las paredes de la ducha, secar la goma del lavarropas (lavarropas?! qué es eso?. Primera cosa nueva del 2010: aprendí a usar lavarropas. 2do: tengo una cuenta bancaria en NZ, que top, no?) Noten que Kristina tiene un problemita con la humedad. Las demás reglas eran más normales, como en cualquier familia. Yo temía que me hicieran rezar el padre nuestro en cada comida pero no fue así. Con los horarios tampoco hubo problemas. Nada más me pidió que le avisara si venía a comer y/o dormir y me entregó al instante una copia de la llave.
Dos gatos me vinieron a a dar la bienvenida. De nombre ya los conocía. El gato era Rassmury y la gata Missy. Pensé que me iba a costar tiempo diferenciarlos, pero al instante comprendí que no. El sordo grita!! Como si se quisiera escuchar... Siempre me rodeé de gatos (chiste fáciles abstenerse por favor) pero nunca escuché gritar a uno tanto como a éste. En fin... Kristina se alegró de que su nueva "inquilina" se llevara bien con sus mascotas. Incluso los primeros días me dejaba dicho si me podía encargar de alimentarlos. Eso me hacía extrañar menos a mi gato, aunque como el hinchapelotas de mi Carbón, no hay!



Después de dejar mis cosas se ofreció a llevarme a la estación de micros (de mi zona) donde podía comprar los tickets de bus más baratos. Me indicó la parada del micro (queda a 4 cuadras de mi casa, casi llegando a una esquina). Esas tres cuadras son en subida, asi que a la mañana, dormida y generalmente llegando tarde, las tengo que hacer casi corriendo para no perder el micro. Durante los primeros días mis pulmones me querían matar, a la 6ta semana ya se acostumbraron a mi falta de oxígeno. Tienen 30 minutos para reponerse y para llegar a la ciudad. En este punto me detengo porque vale la pena aclarar una cosa que me llamó mucho la atención en mi primer día. En Auckland hay una bus lane (línea de micro) por el que solo pasan los micros, valga la redundancia. Son las 8 de la mañana, hora pico, los autos todos parados, incapaces de avanzar por el alto grado de tráfico que hay y a nadie, NADIE, se le ocurre pasarse al carril del micro. Por ende, el micro va muy rápido, se evita los embotellamientos y llega siempre, SIEMPRE, a horario como dice el timetable. Increíble, ojalá se pudiera hacer esto en La Plata.
Kristina me llevó al midtown y me hizo un breve recorrido guiado por la Sky Tower y las calles principales (Victoria street y Queen street). Me indicó el camino a mi escuela y me dejó de nuevo en el centro porque se iba a trabajar. Mil cosas nuevas para ver, mis ojos iban de un lado para otro al igual que mis pies que caminaban y caminaban. Con Jose habíamos quedado que nos encontrábamos en la Sky Tower (sin saber cómo hacíamos para llegar). Afortunadamente yo estaba cerca de la torre y caminé. Como no sabíamos que hacía cada una con su familia no pudimos organizar la hora. Pasaron los minutos y nada, Jose no estaba. Una hora y nada. Primero estaba contentísima, después decidí llamarla para decirle que ya estaba en la Sky. Fue cuando reaccioné que me había olvidado el número de la casa en mi casa, su teléfono de Argentina no andaba, el mío tampoco y no teníamos nuevos celulares de NZ todavía. Era imposible que yo me comunicara con ella y ella lo mismo. Intenté llamar al celular de Argentina por las dudas. Primer inconveniente: la tarjeta internacional con la que supuestamente me iba a comunicar con Argentina en todo mi viaje, no andaba!! Ya me estaba imaginando perdida en Auckland o hasta las 12 de la noche sentada sola abajo de la Sky Tower (con lluvia, por supuesto). Por suerte la tranquilidad y la paciencia vinieron hacia mí y cuando quise acordar Jose ya había llegado a la torre también.
Teníamos nuestro 30 de diciembre libre asi que fuimos a la oficina de turismo para que nos dieran un mapa de la ciudad y empezamos a recorrer los principales puntos de interés de Auckland: el Victoria Park, el Victoria Market y la zona del Harbour.
El parque Victoria está ubicado en la entrada de la ciudad. Tiene una superficie grande pero de ninguna manera es el parque más grande de Auckland. La ventaja del Victoria Park quizás sea la vista, desde donde se observa la zona del Harbour, la calle principal homónima y la Sky Tower. Los domingos los jóvenes se reunen aquí para jugar al sóccer o al rugby.



El Victoria Market es valga la redundancia un mercado ubicado cerca del parque Victoria. A pocas cuadras, se puede disfrutar de un corto paseo por diferentes puestos que venden variados productos: desde alimentos típicos, pescado, verduras hasta remeras, bolsos y los más variados souvenirs.



En uno de esos puestos de souvenirs, nos llamó la atención el hombre que nos dio la bienvenida. De unos 65 años, el hombre mayor de mediana estatura y canoso lucía una musculosa negra con la que mostraba orgulloso sus brazos tatuados. Predominaban los dragones y los tribales maoíres. Confieso que ver a un hombre mayor con tantos tatuajes me sorprendió un poco pero luego de varias semanas en NZ me di cuenta que es muy común ver gente tatuada de todas las edades (más adelante retomaré al tema de los mokos-tatuajes). Le dijimos que nos recomendara un lugar para tatuarnos y nos sugirió ir a la K Road. Hablamos un rato de la historia de sus tatuajes y nos despidió con un consejo de abuelo moderno: "No dejen sus vasos de bebida en los bares cuando van al baño porque les pueden poner sustancias raras". Decidimos hacerle caso, just in case.
Terminamos nuestro primer día en el Harbour, una zona paqueta donde hay muchos restaurantes diseñados especialmente para los turistas que desean tener una gran vista de la ciudad. En el Harbour están "estacionados" los ferrys que parten a distintas excursiones así como también descansan los veleros privados de los neozelandeses que salen a navegar los fines de semana soleados.
Por estos cientos de barquitos que descansan en el puerto es que Auckland es comúnmente conocida como "La ciudad de las velas".

Luego de la recorrida, compramos nuestros nuevos celulares que obviamente eran los más baratos. Se trata de un vodafone que es como un Nokia 1100 (lo mejor es la linternita). Me acuerdo que compré lo mínimo de carga que eran 20 kiwis y luego de 6 semanas sigo con crédito! Es que vodafone nos dio los cinco primeros fines de semana llamadas gratis y 2000 sms gratis. Parezco una promotora pero todos los backpackers terminamos comprando esta promoción asi que nos comunicamos gratis por los sms.
Mi primer día terminó en mi nuevo hogar cenando con la hija de Kristina, Karolina, que había recién vuelto de sus vacaciones en África. Kristina esa semana trabajó siempre a la noche (de enfermera en un hospital) asi que cenaba con Karolina o sola. La charla con la joven de 27 años fue interesante, ella me contaba de sus vacaciones y me preguntaba sobre mi país. Cenamos pasta a las 6 pm. Es muy temprano para mi costumbre pero es una de las cosas que me estoy acostumbrando. Acá se cena muy temprano (sí, a las 22.30 me muero de hambre). Ambas estábamos liquidadas por el vuelo del día asi que nos acostamos temprano. Eran las 8 pm de acá, es decir las 4 am de Argentina. Imagínense a esa hora lo lento que funcionaban las neuronas de mi cerebro debido al cambio de horario!

DÍA 2: 31 DE ENERO DE 2009
Último día del 2009! Que felicidad que tenía, se terminaba este año eterno y comenzaba uno nuevo! A la mañana no podía calificar con adjetivos negativos o positivos cómo sería el festejo pero sí podría asegurar que iba a ser totalmente distinto a los 22 años nuevos que tuve. Primer punto: no lo festejaba en mi país. Segundo punto: No lo pasaba en familia. Tercer punto: Lo festejaba antes. Cuarto: Lo pasaría con desconocidos. Sensación extraña pero emocionante a la vez!
Nos encontramos en la Sky Tower (de ahora en más nuestro punto de encuentro, como para no verla con 328 metros de altura!) y caminamos hasta llegar al Auckland Domain. Este parque es el más antiguo y uno de los más grandes de la ciudad. Ubicado en el centro, el parque tiene una dimensión de 75 hectáreas. Allí se juega al rugby y al cricket. En su interior hay un gran lago con gansos y patos y además está ubicado el Auckland Museum, otro "must do it" de la ciudad. El día estaba soleado, teníamos nuestro querido mate argentino asi que nos pusimos a matear mientras acostadas nos regocijábamos y disfrutábamos de nuestro último día del 2009 alejadas de todo y de todos. Una enorme tranquilidad. Solo nosotras dos, el mate y el sol que nos jugó una mala pasada y a la noche nuestras caras rojas como un tomate (platense) lo demostraban.






Mientras esperábamos nuestros micros para volver a nuestras casas, escuché un espanglish muy particular. Miré a la persona que balbuceaba "Which?, where? bus? sky? beach?" y pensé este es argentino, cuando lo vi dije: "y platense?". Le veía mucha cara conocida. Él me miró y se dio cuenta que éramos argentinas también. Era el primer encuentro con un compatriota. Y a la distancia es como ver un ovni. Nos dijo que se llamaba Joaquín y se le notó la alegría de escuchar hablar a alguien en español. Nos pasamos los vodafone para hacer algo en año nuevo y nos despedimos. Yo me quedé pensando de donde lo conocía (odio quedarme con este tipo de dudas!). Al rato grité: "de la visa!!!" "¿Qué te pasa con la visa ahora?" me preguntó Jose sobresaltada. Le recordé que lo habíamos cruzado en uno de los tantos trámites de la visa en Capital y ahí Jose se acordó. Yo no estaba loca (o por lo menos no tanto!). Otra vez me vino a la mente lo del mundo y el pañuelo porque este viaje estuvo cargado de personas y coincidencias que dan miedo.
Para despedir el 2009, nos contactamos con una amiga de una amiga que estaba en Auckland desde hacia unas semanas. No la conocíamos, pero con mucha buena onda nos invitó a pasar año nuevo en su hostel donde se hospedaba con dos mellizas argentinas, otro chico argentino y dos alemanes. El backpacker estaba dentro de la vieja estación de trenes y para nosotras, las recién llegadas, se nos hizo difícil encontrar la estación. Después de estar perdidas un rato, llamamos a Flor para que nos dijera la habitación. No nos contestaba. Nos mandamos para preguntarle al guardia de seguridad (un señor gordo, calvo y con cara de rottweiler) quien con cara rara nos decía que no había ninguna chica registrada con ese nombre. El kiwi nos preguntó el celular y se ofreció a llamarla. Cuando le atendieron, cortaron al instante. El hombre nos dijo que era imposible, que la chica que lo había atendido estaba en un bar porque había mucha música y en su hostel estaba prohibido hacer fiestas. Con Jose nos mirábamos desconcertadas, y cuando ya nos estábamos yendo (sin rumbo alguno!) Flor nos llama al celular para explicarnos la situación. Resulta que habíamos entendido mal. Solo un argentino estaba hospedándose ahí, el resto estaba de contrabando! Habíamos metido la pata hasta la mitad del tarro! Nos dijo que Rodrigo (el único que estaba legal) iba a bajar de la habitación a buscarnos. Cuando llegó, el guardia ya con mala onda y sospechando le hizo firmar un papel diciendo que tenía invitados en la habitación. Le pidió nuestros nombres y cuando Rodrigo nos preguntó cómo nos llamábamos (ya que era la primera vez que lo veíamos) el señor irónicamente contestó: "Deben ser amigos muy cercanos ustedes que no sabes como se llaman." Obviamente se dio cuenta que en esa habitación había más personas de las debida pero supongo que se compadeció por la noche especial y aflojó. Mientras nos reíamos de la estupidez que nos había pasado, podríamos haber inventado cualquier nombre que el hombre total que iba a saber! Finalmente llegamos a la habitación. No conocíamos a nadie y era un descontrol. En una pieza un rubio que después supimos que era alemán estaba tirado en una cama gritando incoherencias en inglés, otro balbuceaba y una chica argentina al lado estaba juntando los cadáveres de las cervezas que eran muchos! Otra joven salía y entraba del baño muy seguido y las demás estaban en la cocina comunitaria cocinando unas pizzas para cenar. Ro fue el más amable con nosotras, nos dijo que nos pusiéramos cómodas y nos invitó una cerveza. De estatura mediana, de pelo morocho y recién rapado, Rodrigo es de Quilmes y nos contó que había llegado antes de navidad, que había pasado las fiestas con este grupo y que su idea era quedarse varios meses para trabajar y luego recorrer la mayor cantidad de lugares.
Desde Argentina me había traído un fernet para festejar año nuevo ya que acá no existe y si encontrás un lugar en donde lo venden te arrancan un ojo! Con Jose compramos una coca y fuimos al Mc Donalds donde nos robamos un vaso con hielo. Entre los tres nos armamos los fernets y nos fuimos a ayudar a la cocina (ayudamos y todo!). Se hicieron las doce y todavía estábamos cocinando! De repente Ro desapareció y volvió con un video filmado de los fuegos artificiales de la Sky Tower! Nos olvidamos de la gran celebración! Al día siguiente mi familia y amigos me contaron que cuando vieron los fuegos por TV se acordaron de nosotras que seguro estábamos ahí!. Error. Estando acá se nos pasó la hora y a las doce estábamos cortando el queso para las pizzas. Alguien gritó exaltado Happy New Year! Creo que fue un indio que cocinaba arroz al lado. Me abracé con Jose y chocamos nuestros vasos de fernet. Este año en lugar de champagne o sidra brindamos con fernet; en lugar de abrazar a mi vieja y a mi abuela, abracé a gente desconocida; comí pizza en lugar del típico vittel tone y en vez de hacer mi tradición familiar de sacar una valija a la calle para viajar, lo empecé viajando! Me sentí muy pero muy lejos de mi casa, como nunca antes. Pero no me invadió la tristeza, sino al contrario un deseo de aventura y libertad.

Después de cenar las mellizas se quedaron en el hostel porque tenían que trabajar al otro día. Un alemán y otra argentina decidieron quedarse también asi que Henin, Ro, Jose y yo decidimos salir a conocer la noche de Auckland. Primero fuimos a un bar llamado "The Tavern" pero la música era demasiado hip hopera. Suficiente por un rato. Terminamos en un bar latino que se llama Wildfire. Teníamos que hacer mucha cola y pagar 15 kiwis. Para el alemán era mucho dinero, le ofrecimos hacer vaquita entre todos o volver al otro bar, pero el testarudo se negó. Finalmente volvió solo al bar y nosotras nos quedamos con Ro quien nos presentó a un chileno de Antofagasta llamado Luis que también se encontraba en el bar latino. Ni bien entramos sonaba a todo volumen "Mamita ven que te voy a cazar, mamita ven que te voy a secuestrar". Muchas noches platenses antes de viajar con Jose nos preguntábamos qué música escucharíamos allá y nos imaginábamos bailando tipo robot. Luego del fracaso del primer bar, escuchar esta canción de la movida latina obviamente fue un gran envíon anímico o por lo menos para nuestros cuerpos que bailaron toda la noche. Algunas canciones estaban muy pasadas de moda y en Argentina hubieran sido un fracaso pero a la distancia y en año nuevo las bailábamos como si fueran nuestras canciones favoritas. Estábamos felices. Los chicos resultaron muy divertidos y se reían con nosotras (o de nosotras?).

La estábamos pasando tan bien que decidimos no volvernos a la hora estipulada (3am, horario del último micro). Supusimos que más tarde había otro. Gran error. Llegamos a la parada y esperamos. Y esperamos y esperamos! Le preguntamos a un policía y nos dijo que el útimo ya había pasado. WTF???? La única opción para volver era tomarnos un taxi. En Auckland! Donde un micro tarda 30 minutos, imagínense la distancia! taxi! en dólares? hola!!?? caos! Empezamos a averiguar con los taxistas para ver cuanto nos cobraban y nos ofrecían llevarnos por 40 kiwis, algo así como 35 dólares, multiplíquenlo por 3.8, nos iba a salir como 130 pesos. Empezamos a regateaer en inglés, con los taxistas que eran todos extranjeros (indios, vietnamitas, afganos, de las islas del pacífico) y nos costaba hacernos entender. Finalmente después de mucho regatear (mucho) uno nos dejó a 30 kiwis. Era nuestro segundo día por lo que imagínense que no nos ubicábamos mucho. Supusimos que el señor taxista (que era de Fiji pero que vivía hace unos 15 años en NZ) sabía a donde nos estaba llevando hasta que en un determinado momento SE PERDIÓ!!! a Jose se le ocurrió decir es para la derecha (holaa!! Jose nunca había venido a mi casa, imposible conocer el camino!) El taxi manejó unas cuadras y yo que había ido una sola vez a mi barrio distinguí que esa zona no me era familiar. "Era para el otro lado!", grité (en inglés obviamente). El taxista, quien nunca se mostró convencido de hacer este viaje por 30 kiwis paró el motor del auto y nos dijo: "Ok, now I`m losing money". Por poco no nos saca los billetes de nuestras manos y nos indicó que nos bajáramos. Jose seguía convencida que mi casa quedaba cerca de por ahí y que podíamos ir caminando. De repente eran las cinco y media de la mañana del primero de enero, estábamos solas, perdidas en un barrio vaya a a saber donde en Auckland y cagadas de frío... de película... de terror! Admito que no soy cagona generalmente pero esa circunstancia no me gustaba ni medio. Además estaba segura que esa zona estaba lejos de mi casa todavía, ni siquiera sabíamos el camino para comenzar a caminar. Obviamente pensé lo peor (sin decirlo en voz alta para no alarmar a mi amiga que también estaba entrando en crisis). Acostumbradas a la triste realidad argentina ya me imaginaba que nos afanaban el primer día toda la plata del viaje (que la llevabábamos encima nuestro como si el monedero fuera una rollo más de la panza) o lo peor que nos subían a un auto y vaya a saber que nos hacían. Respiré hondo y rogué que pasara un taxi en ese lugar oscuro donde no pasaba ni un alma. Unos minutos después, de la nada, apareció uno. Nos subimos aliviadas y con la intención de pagar lo que sea si nos llevaba sanas y salvas a mi casa. Finalamente tanto regateo no nos sirvió porque terminamos pagando de más. Ni quisimos calcular cuanto nos dolió el taxi más caro de nuestras vidas... Solamente les diré que llegué a mi cama fusilada. El corazón todavía me latía fuerte... "Uff que manera entretenida de arrancar este año nuevo", pensé. Cerré los ojos y me dormí al instante...

DÍA 3: 1ero de Enero
El primer día de este 2010 lo empezamos en la playa. El lugar se llama Takapuna y queda a veinte minutos de mi barrio. El mar tiene la misma temperatura que el de Argentina con la diferencia que en éste no hay olas y claro está, el color del agua es otro. Las playas de Takapuna son extensas y con arena limpia. En algunos sectores, el mar choca contra las rocas que están impregnadas de algas marinas y caracoles.

El mate es motivo de encuentro en nuestro país y parece que acá también. Cuando estábamos disfrutando de unos mates y comiendo las frutigram que a último momento mi vieja me enchufó en la mochila (gracias a eso almorzamos por 4 días!) un señor pelado curiosamente nos preguntó en inglés qué era eso. Le intentamos explicar…ehhh is like a tea with herbs and hot water. Lo que a nosotros nos parece tan común, en NZ es todo un misterio. La verdad que de afuera parecíamos que estábamos fumando la pipa de la paz en pleno mediodía y en medio de una playa turística. El hombre se mostró muy interesado en la cultura argentina y hasta le dimos de probar. Se llamaba Paul, era kiwi y se había casado con una japonesa que en ese momento estaba trabajando. Él aprovechó su día libre y decidió pasar el día en la playa con sus dos hermosas hijas: Bridget y Nina. La conversación con Paul fue muy fluida y rica. Nos llamó la atención porque en general los neozelandeses son más cerrados y fríos pero él se mostró de lo más amigable. Hablamos varias horas, ideal para practicar el idioma. Mientras que él se metía al agua, nosotras le cuidábamos a las nenas que se entretenían haciendo castillos de arena como hubiera hecho cualquier chico argentino. El sol ya empezaba a caer así que decidimos volver a casa y cuando nos despedimos, Paul se ofreció a llevarnos algún día a recorrer lugares de Auckland por lo que seguimos en contacto.




DÍA 4
Luego de un desayuno con Kristina en el que hablamos de su trabajo y de mi abuela Estrella, con Jose nos tomamos un micro y partimos a Mission Bay. Joaquín, el chico del trámite de la visa y del micro, tenía día libre en su nuevo trabajo así que nos acompañó. Mission Bay es una bahía ubicada a diez minutos del centro de Auckland. Es una de las playas urbanas más lindas (junto con Takapuna). Está preparada para el turismo; en la calle principal se ubica una larga cadena de restaurantes, cafés, bares y heladerías. El mar en esta zona es un poco más tibio y allí habitualmente la gente hace kayak o sailing. El día que nos tocó fue hermoso, intensamente soleado así que por primera vez me metí al mar extranjero. Después de tomar unos mates y charlar en la playa con los chicos fuimos a visitar a Ro a la heladería donde había conseguido trabajo. Nos invitó unas tortas de degustación y lo esperamos a que saliera para volver a la ciudad (sí, estamos en ratas, no íbamos a pagar el helado!).



Esa misma noche hicimos juntada de argentinos. Nos volvimos a cruzar con las hermanas de Saladillo, el chico de Villa del Parque y el platense. Como habían decidido irse para el norte en búsqueda de trabajo, nos invitaron a su hostel para festejar y despedirse en su última noche en Auckland. Con Jose llevamos el poco fernet que quedaba y lo liquidamos entre todos. En el hostel también estaban unos tucumanos muy divertidos y un grupo de israelitas que conocían Argentina por las novelas de Muñeca Brava y Rebelde Way. Nos contaban de las giras que habían hecho por su país. No conocían a Maradona pero sí a Benjamín Rojas, sin palabras.

Del backpacker nos trasladamos en patota al bar Wildfire con la intención de poder escuchar música latina pero resultó que se había quemado el tercer piso y por esa razón estaba cerrado. Terminamos en el bar de enfrente, llamado Dunny Dullas (o más conocido para nosotros como Daniel) en donde suelen pasar temas de U2 y los Guns N´ Roses. En este bar de ambiente irlandés suele haber bandas o solistas que hacen covers. También se escucha mucho Kings of Leon, una banda estadounidense que actualmente tiene como hit “Sex on fire”.



DÍA 5
Este día madrugamos. Nos levantamos a las seis para tomar el primer ferry que nos llevaba a Waiheke Island. En este viajecito nos acompañaron Rodrigo y Luis, el chileno. Los cuatro habíamos salido la noche anterior por lo que estábamos casi sin dormir. La isla, que queda a 40 minutos de Auckland, es comúnmente conocida como la isla del vino por sus numerosos y extensos viñedos, algunos de los cuales tienen una gran reputación internacional como es el Pinot Noir. Una vez que llegamos nos dijeron que había cuatro maneras de recorrer la isla:
1. A pie (cuando miramos el mapa y vimos la gran longitud de la isla, los cuatro exclamamos un rotundo NO!)
2. En micro (lo descartamos porque había muchas playas que no íbamos a conocer)
3. En bicicleta (opción potable pero agotadora también)
4. En auto (dependíamos del precio)
Descartadas las dos primeras opciones, decidimos averiguar los precios de las bicicletas y el auto. Increíblemente las bicicletas nos salían 30 kiwis cada uno, mientras que el alquiler del auto nos salía 50 entre los cuatro. Además si nos queríamos quedar a dormir en la isla ya teníamos techo! (entiendan que en este viaje hay que multiplicar todo por 4 y ratonear ya se nos está haciendo costumbre!). Igualmente pensamos mucho lo del alquiler simplemente porque si le pasaba algo al auto como éramos menores de 25 teníamos que pagar 1500 dólares! Y acá en NZ les recuerdo que se maneja del lado derecho y todo es al revés, es complicado. Jose fue la valiente que entregó su tarjeta de crédito como parte de pago por si pasaba algo. Esto le valió estar todo el día preocupada y pendiente de la manera de manejar de Rodrigo.


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A cada rato escuchábamos: “Guarda con la banquina, tené cuidado con la curva, bajá la velocidad, frená, acelerá). Se había puesto tensa la cosa porque era un poco irritante para el conductor recibir tantas indicaciones. Al hecho de no saber como manejaba, se le sumaban los caminos sinuosos y los precipicios que complicaban las cosas. Ro manejó bien y finalmente llegamos sanos y salvos! La señora que tan malhumoradamente nos había alquilado el auto y previamente había chequeado los rayones, miró muy al pasar el vehículo. Dijo que estaba todo bien y nos liberó. Respiramos tranquilos, fundamentalmente Jose. Por suerte no vio la cantidad de tierra y arena que habíamos dejado encima de los asientos! Más tarde Luis que es mecánico, me confesó al oído que se había dado cuenta que el auto tenía muy pocos frenos (Jose obviamente nunca se enteró de esto, hasta este momento =)

Durante el viaje hice de copiloto y con un mapa de la isla iba dirigiendo a Ro quien por suerte me hacía caso. La isla resultó ser más grande de lo que supusimos por lo que agradecimos haber elegido el auto para poder recorrer la mayor parte de ésta. El paisaje del lugar varía mucho. En el oeste predominan los villages y la vida balnearia con extensas playas y hermosas bahías, ideales para nadar (Oneroa, Surfdale, Palm Beach). Al este se ubican la mayor parte de los viñedos (Onetangi). Muchos jóvenes sudamericanos se encuentran trabajando y viviendo de la recolección de las uvas. Waiheke Island es uno de los lugares más lindos que hasta ahora visitamos. Definitivamente otro Must do it!









DÍA 6
Salimos en búsqueda de trabajo en dos de los barrios que un argentino que vive hace mucho en Auckland nos había recomendado: Newmarket y Ponsonby. El primero está ubicado detrás del Auckland Domain y se puede ir caminando o en micro. El link bus es una buena opción, te lleva a los principales destinos turísticos. Decidimos caminar y ahorrar aunque al final del día nuestros pies nos odiaban. Newmarket es un barrio que posee variados negocios de ropa, la mayoría de marca. Decidimos caminar por Brodway, la calle principal, y dejar nuestros CV en los negocios. Preguntamos en casi todos, la mayoría nos decían que en este momento no necesitaban gente para trabajar y que ya en septiembre y octubre habían llenado los cupos pero que nos fijáramos en las vidrieras de los locales que ahí publicaban los avisos. Lamentablemente eran los menos, la mayoría no pedía, aunque preguntábamos igual por las dudas. Después de ahí nos tomamos el link para ir a Ponsonby, el otro barrio que se caracteriza por tener una enorme cantidad de negocios de ropa y bares. Hicimos lo mismo en Ponsonby Road, con la misma mala suerte. Después de un arduo día de búsqueda, hicimos algunas merecidas paradas. En un local de diseño compré mi primer y hasta ahora único regalo personal: una libreta de viajes. Si bien me había traído conmigo desde la Argentina un cuaderno para escribir (tengo memoria pero tampoco tanto, uso mi machete en las bitácoras!), esta libreta que en su tapa tiene un dibujo de un mundo, la sombra de tres azafatas y un letrero que dice Bon Voyage desde el estante de madera de aquel negocio parecía llamarme y decirme: “Compráme Gil, te voy a ser útil” Lo pensé bastante, si así empiezo con los gastos a fin de mes estoy al horno. Pero cuando la abrí y vi que en sus hojas tenía separadores que indicaban los itinerarios, las notas, los lugares favoritos, los gastos y los nuevos contactos decidí darme el gusto y es el día de hoy que aún me acompaña.

La segunda parada fue en un sex shop de Ponsonby. Nos divertimos mucho imaginando algunos objetos con algunos de nuestros amigos. Tocamos todo lo que había. Nos reíamos de la gran diversidad de juguetes sexuales. De distintos tamaños, colores, sabores y texturas, hasta con luces! Para todos los gustos. Algunas cosas no se sabían para que eran, otras daban impresión. La chica del local se reía con nosotras y nos contaba que es un negocio muy visitado fundamentalmente por turistas y por parejas curiosas que se atreven a experimentar cosas nuevas.


Luego de la búsqueda de trabajo, sin éxito, decidimos volver caminando (otra vez) al centro de Auckland y descansar en al Albert Park mientras tomamos unos mates calentitos. El Albert Park es uno de los parques más hermosos de la ciudad. Tiene una gran fuente de agua en su centro y está rodeado de una gran variedad de flores que se distinguen por sus vistosos colores. La desventaja de este parque es que para entrar hay que subir por unos escalones muy empinados.

DÍA 7
Como el lunes 4 fue Public Holiday por año nuevo, empezamos las clases el martes. Nos levantamos muy temprano para estar a las 8 en el colegio. El hall de entrada estaba lleno de jóvenes de distintas nacionalidades que charlaban y en el piso había muchas valijas y bolsos desparramados. Con Jose llegamos dormidas y no entendíamos ni que teníamos que hacer. Le preguntamos a una chica que nos contestó en español. Cuando dijo 4 veces “tipo” en su respuesta supimos que era porteña. Tuvimos que hacer una larga cola y esperar a que una chica morocha de ojos achinados que podía ser china, japonesa o coreana (su identificación decía Ting ting con lo cual no ayudaba a resolver mi duda, sino a divertirme con su apellido de campana) llenara unos papeles de inscripción. Luego vino la prueba oral de inglés. A Jose y a mí nos tomaron distintos profesores pero fueron algunas preguntas básicas: contáme tu nombre, edad, de dónde venís, por cuánto tiempo, por qué querés aprender inglés, como está formada tu familia, que hacés en tu tiempo libre y que querés para tu futuro. Superada esta prueba, ambas habíamos hecho un examen on line en Argentina pero por alguna razón el mío no tenía los resultados así que lo tuve que hacer en el momento de nuevo. Luego del examen, para nuestra sorpresa porque creíamos tener el mismo nivel, quedamos en cursos separados. Ese no era el problema, sino que cuando comparamos nuestras clases, teníamos horarios completamente diferentes. Los días que entraba a la mañana, ella salía y así al revés. Es decir que además de no vivir juntar, ni cursar juntas, no nos íbamos a ver en nuestros tiempos libres por lo que recorrer NZ cada una por su lado no nos hacia mucha gracia. Sabíamos que la posibilidad de cambiar de nivel era muy difícil. Pensamos y pensamos que podíamos hacer para que por lo menos tuviéramos los mismos horarios. Con que a mí me subieran un nivel ya nos ubicaban en la misma agenda. Porque si a Jose la bajaban (la tenían que bajar dos porque no había cupo para un nivel intermedio) no iba a ser productivo para ella.
A Jose en el medio del bajón se le ocurrió una idea. Era difícil pero perdido por perdido lo intentamos. Por primera vez en su vida, hizo uso de su enfermedad. Hablamos con un profesor y le dijimos unas mentiritas piadosas: que ella era diabética (verdad) y que no queríamos estar juntas en el curso (verdad), sino que necesitábamos tener los mismo horarios porque ella necesitaba estar siempre acompañada porque si le pasaba algo (hiper o hipoglucemia) yo era la única que sabía cómo hacer para que vuelva a los valores normales (mentira!). Al profesor se le sumó la coordinadora de profesores y ambos, estrictos, se negaban a cambiarnos. Decían que no podían subirme de nivel porque yo no iba a entender (me sentí un poco subestimada, podía esforzarme che!) En ese momento a Jose cual Andrea del Boca le empezaron a caer lágrimas en la cara (pero no de cocodrilo). Les traté de explicar (ahora al director!!) que era por una cuestión de salud y que ambas teníamos el mismo nivel, que quizás me había puesto nerviosa por el examen inesperado y que eso había influido en mis respuestas. Finalmente no sé si fue gracias a las actuaciones o por qué que nos decidieron tomar a las dos el examen de nuevo. Ahora si que sentía mucha presión! Si volvía a hacerlo mal, no había enfermedad que valiera. Finalmente después de la segunda oportunidad, a Jose la dejaron en el mismo nivel y a mi me subieron uno. Ese día estuvo cargado de emociones intensas. A Jose por el stress le agarró una hipoglucemia y por suerte estaba conmigo para reponerse (vieron que teníamos razón?! Jaja) No, se tomó un jugo de naranja y por suerte se le pasó.
Y así terminó mi primera semana en Auckland, donde empecé a conocer el corazón de esta gran ciudad de origen volcánico que está rodeada de veleros que pueblan las aguas, hermosas playas y bahías y los más coloridos parques. Tres palabras la describen: moderna, próspera y cosmopólita...

CONTINUARÁ...

En este viaje, ¿SERÁ VERDAD QUE:
-Alguien corría por el Victoria Park cantando libreeeee??
-Alguien corrió por el Auckland Domain atrás de una bolsa ziploc?
-Pasaron año nuevo con two "alemans"? -Algunas robaban el hielo en McDonalds para hacer fernet?
-A alguien se le cayeron los hielos afanados en la calle y después los usó para el fernet?
-Alguien se perdió, lloró, hizo dedo y 3 indios la dejaron sana y salva en la puerta de su casa?
-Alguien agarraba todos los folletos habidos y por haber?
-La señora del rent car no estaba bien atendida?
-El almuerzo de cuatro personas fueron dos barritas de cereal?
-Alguien pedía que le sacaran fotos con el mismo paisaje de frente, de espaldas y de perfil?
-Alguien en Newmarket tuvo una urgencia y agradeció a Dios el haber encontrado el supermercado New World abierto?