domingo, 19 de julio de 2009

Séptimo Destino: Norte Argentino

-Fin del viaje- Para los que no iban leyendo cronológicamente deberán arrancar desde abajo que están narrados los primeros días...

DÍA 7: San Salvador de Jujuy
El séptimo día me costó demasiado levantarme, la noche anterior habíamos cenado tarde y después me había ido al casino del hotel a jugar al póker. A mi pesar, la mesa online de Poker Texas Holdem estaba fuera de servicio. Me tuve que conformar con jugar en una versión de videojuegos y perdí al poco tiempo. Al otro día hice una broma a mi familia diciéndoles que había sacado full y ganado 100 pesos y lo mejor es que me creyeron.
No pude hacer mucha fiaca porque nos pasaba a buscar la combi de una empresa de turismo de Jujuy. Por esta única vez cambiamos el guía por uno local. Más puntual que los salteños con el guía llamado Héctor, fuimos a buscar a los demás pasajeros para hacer la excursión. Primero buscamos a dos señoras grandes y a una mujer más joven que era la hija de una. Luego, subió a la combi otra vez la familia de Vicente López. Los veíamos hasta en la sopa, desde el primer día hicimos la mayoría de las excursiones con ellos, pero sinceramente había “pica” entre los Selis y los Massi. O mejor dicho no había mucha comunicación, no eran muy simpáticos. El hombre era un fumador empedernido, la mujer era la única agradable pero bastante callada, no aportaba mucho. La hija de mi edad nos parecía un poco caprichosa, siempre reclamaba lo que no podía comprar y el hijo de veintipico era el típico “banana”. Rubio de pelo largo y ojos celestes, cada tres minutos se acomodaba el pelo. Rodete, media colita, colita o vincha. Insoportable, peor que una mina. Típico porteño que se quería hacer el gracioso y además se hacía el fotógrafo profesional (admito que la Nikon era envidiable). Voy al caso porque más adelante me van a entender.
La excursión consistió en recorrer la localidad de Yala, ubicada a 12 kilómetros de San Salvador de Jujuy. Este lugar surgió como una villa veraniega. Debido al sorprendente marco natural, Yala se encuentra en el Área de la Reserva de la Biósfera de las Yungas y alberga al Parque Provincial Potrero de Yala. El camino era demasiado sinuoso, con curvas muy cerradas y se necesitaba de un chofer experto. Visitamos las lagunas El Rodeo y El Comedero. El paisaje de la selva yunga vestida de blanco era impresionante. A lo alto de la montaña, predominaba el silencio. Solo se escuchaban caer las gotas de los copos de nieve de las ramas que se derretían con el sol. Mucha paz, tranquilidad, y el murmullo del agua que bajaba de la quebrada.




El guía quiso desviarse del camino turístico y llevarnos por un camino de la montaña a la casa de un señor poderoso que tenía un criadero de truchas. Según él, estaba fuera del itinerario de la empresa por lo que no debíamos decir nada pero iba a valer la pena por la gran vista que íbamos a ver desde allí. Después de unos kilómetros de recorrer entre la nieve un camino muy angosto que con poco margen pasaba la combi, llegamos al lugar recomendado. Efectivamente la vista era asombrosa. Veíamos los árboles nevados a la sombra y centímetros al lado las hojas verdes donde iluminaba el sol. Además vimos cómo las nubes estaban encajonadas en la quebrada. Todo iba a la perfección. Sin embargo, este desvío le jugó una mala pasada al chofer (en este caso Héctor era a la vez el chofer y el guía de la excursión).


Bajamos de la combi para apreciar mejor ese paisaje y sacar fotos. Cuando estaba por sacar una foto a un arroyo que estaba cercado por un alambre de púa nevado escuché un grito que me asustó. Me di vuelta rápidamente para ver de dónde provenía el grito que ahora se tornaba de dolor. La señora mayor se había resbalado con el hielo del piso, estaba tirada de espaldas y exclamaba ayuda. Su hija, gritaba aún más fuerte pero del ataque de nervios que le agarró. Al instante el resto de los pasajeros advirtieron la situación y corrieron a ayudarla. En estas situaciones límites, dice mi abuela, que las personas se conocen mejor. Walter (ya dejó de ser Massi para ser llamado por el nombre) y mi papá ayudaron a la señora de 83 años a levantarla y subirla a la camioneta.La consuegra estaba más preocupada por la cámara de fotos que se había hecho añicos.La mujer herida se quejaba y daba órdenes, además de echarle la culpa al chófer por habernos traído a un lugar indebido. En ese momento no me hubiera gustado estar en la piel del pobre Héctor, que había quedado mudo y shockeado después de la caída. Había sido un accidente pero no en el recorrido estipulado, él se había desviado. Y su preocupación no era para menos, ya que la mujer de carácter fuerte tenía intenciones de echarle la culpa lo que perjudicaría su trabajo. Con mi familia y los Massi le queríamos hacer entender que había sido un accidente. Mientras que la mujer se quejaba, los demás buscábamos nieve para calmarle momentáneamente el dolor. Cuando papá Massi se quiso hacer el McGiver y agarró unas ramas para entablillarla, mi papá sugirió que primero la viera Laura que es médica. Laura la tocó y consideró que se trataba de una fractura por lo que tuvimos que volver a la ciudad a llevarla al hospital. ¿Saben lo que hacía el chico banana mientras? Sacaba fotos!! Ni un mínimo de interés tuvo en la salud de la señora cuando por su juventud y condición física debió haber sido el primero en ofrecerse a llevarla a cuestas a la mujer. Porque sinceramente era de esas mujeres grandotas, ya me imagino mañana a Selis y a Massi padre con dolor de espalda!
El viaje de regreso a la ciudad fue de lo más silencioso. Cabizbajos, cada uno miraba un punto fijo en el paisaje y esperaba que el chofer pudiera llegar lo más rápido posible al hospital. Héctor que había sido de lo más charlatán a la ida, estaba callado, preocupado y llamaba a la coordinadora de la agencia. Finalmente llegamos al hospital de San Salvador y la atendieron rápido a la señora que ya se había calmado un poco y la coordinadora se quedó con ella. (Aclaración: pedimos que nos avisaran al hotel cuando hubiera novedades de la salud de la señora pero hasta ahora no recibimos señales).Luego de este infortunio que nos demandó unas horas, regresamos a la laguna del Yala y recorrimos las Termas de Reyes donde hay un prestigioso hotel.
Volvimos a la ciudad pasadas las 14 hs y salimos a caminar por el centro de esta localidad que fue fundada por última vez en 1593 y cuenta con 500.000 habitantes. Así como en Salta el héroe es Guemes, aquí es Manuel Belgrano. Varios son los homenajes que se le realizan. La plaza principal lleva su nombre junto con una estatua en el centro. Por su parte, en la casa de Gobierno se encuentra el Salón Dorado que conserva la Primera Bandera de la Patria Argentina que fue entregada por Manuel Belgrano al pueblo jujeño en agradecimiento por el éxodo del 23 de agosto de 1812 que posibilitó los triunfos de las Batallas de Las Piedras, Tucumán y Salta.

La Iglesia Catedral posee los altares en madera tallada y de su techo cuelga una tela detalladamente pintada. En su interior, se aprecia una de las obras de arte que perduran desde la época colonial y que pertenecía a la iglesia matriz: el púlpito (plataforma elevada desde la que se predica).En el sector derecho se ubica una enorme pintura que retrata la escena en que Belgrano hace bendecir la bandera nacional.

En la Tacita de Plata, como es llamada popularmente la capital jujeña, no se observa un estilo arquitectónico único. Hay una heterogeneidad de estilos, hay casas que aún conservan las formas coloniales y las hay modernas. También se observa a simple vista una influencia boliviana en la manera de vestir y de hablar por la cercanía que hay entre ambos lugares.
A lo largo de este hermoso viaje disfruté de los paisajes y aprendí de las costumbres del norte argentino. Pero también reflexioné acerca de este lugar del país que está tan olvidado, ese que parece no verse.
Durante la Guerra de la Independencia Argentina, a inicios del siglo XIX el Ejército del Norte, fue el encargado de actuar bajo el mando, entre otros de Manuel Belgrano, en la región noroeste de la actual Replública Argentina y el Alto Perú (actual Bolivia), en donde se desarrolló uno de los principales frentes de batalla contra los realistas fieles a la corona de España. En este contexto, las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy fueron uno de los principales baluartes encontrándose muchas veces en pleno frente de tal guerra. Cientos de batallas se libraron en estas provincias siendo las más importantes la Batalla de Tucumán, la Batalla de Salta y el éxodo jujeño que fue cuando Belgrano decidido a no dejar en manos del enemigo nada que le pudiese ser útil, ordenó a la población civil replegarse junto con el ejército y quemar todo lo que quedase detrás, para entorpecer el avance enemigo. Hasta tal punto fue que dejaron todo por la patria. Gauchos sin formación militar, aborígenes que se le unieron y hasta mujeres y niños hicieron su aporte. Y los norteños de las distintas clases sociales reconocen esos actos de amor por la patria que hicieron sus antepasados y honran a los héroes que muchas veces son olvidados por la gran mayoría de los argentinos. Hay que estar orgullosos de ellos y valorar los aportes que hicieron a la patria. Seamos más argentinos y acortemos esa deuda interna que tenemos.

Día 6: Purmamarca, Humahuaca y Tilcara
En el sexto día el tiempo nos enloqueció. Arrancamos a las 7 de la mañana con mucho frío en Salta: 3°C. Admito que por lo temprano que era me quedé dormida ni bien la combi estuvo en un camino recto y cuando me desperté la confusión vino a mí. ¿Eso es nieve? ¿En Salta? Mis ojos no podían creer lo que veían, me habían advertido que el clima en el norte era cambiante pero nunca pensé que tanto. El cuarto día fue un día soleado hermoso, el quinto nos sorprendió con el zonda y el sexto con nieve!! Parecía el sur, los cerros nevados, un paisaje que muchos nos envidiarán porque según los guías hace mucho que no ocurría esta situación. El chui como dicen los salteños (frío) se sentía desde el interior del vehículo.

Purmamarca fue el primer destino de este día. Natalia, la nueva guía, nos explicó que significa lugar de la tierra virgen, por su condición de zona árida y semi desierta. Es un pueblo de 2000 habitantes que se ha desarrollado turísticamente y los 30 hoteles lo demuestran. Sin embargo, es un pueblo perdido en el tiempo, aún conserva sus raíces: las calles angostas y las casas de estilo colonial. En frente de la plaza central se ubica la Iglesia, sencilla por fuera con techos de adobe y madera de cardón. En su interior, el altar es de madera tallada y laminado en oro. En frente de la puerta, hay un algarrobo milenario testigo. Cuenta la historia que allí Manuel Belgrano se sentaba bajo su sombra a escribir sus memorias. Rodeando la plaza se extienden a sus alrededor diversas artesanías de Jujuy. Vale decir que cuanto más al Norte se está, más barato cuestan los objetos.



Este pequeño pueblo transmite mucha energía, aunque al estar tan elevado falta oxígeno. (Lo comprobé, tuve que correr ocho cuadras y cuando paré pensé que me moría, mi corazón latía tanto como en la final con Rafaela). Lamentablemente nos llevaron a las corridas, me hubiera encantando seguir caminando por las callecitas angostas de tierra, disfrutando del aire fresco y viendo los cerros con sus variados colores. Un lugar ideal para sacar miles de fotografías.

En la Quebrada de Humahuaca se encuentra el Cerro de siete colores. Temíamos que por la nieve y la niebla que había no pudiéramos apreciar los colores. Con poco para ver porque estaba nublado, me quedé dormida de nuevo en el viaje. De repente un rayo de sol en mi cara me molestó y me despertó. La combi dobló en una curva pronunciada y frente a mis ojos se extendió el cerro con sus increíbles colores amarillo, naranja, verde, rojo, azul, marrón y violeta. Simplemente alucinante.



Luego de sacar fotos, pasamos por Maimará (Campo de estrellas). Allí vimos el cementerio de altura, cuenta la historia que los aborígenes colocaban a los muertos sobre una montaña porque creían en la vida después de la muerte, para que estuvieran más cerca del Dios Sol. La guía, como el otro guía de Salta nos desafió a ver quién encontraba primero un caballo con Belgrano en la montaña. Definitivamente odio estos jueguitos, o tengo un problema. Todos lo vieron y para mí en vez de un caballo era un dromedario y lo que supuestamente era el poncho de Belgrano, para mí era la joroba. A esa altura (2939 mts) nos recomendaron coquear para no apunarnos. Augusto y yo quisimos probar, nos explicaron que la coca tiene varias funciones: acelera la circulación sanguínea ya que facilita la producción de glóbulos rojos, mantiene despierto, quita el hambre, es digestivo, etc. Para coquear primero se debe sacar el cabito de la hoja para no lastimar la encía y después ir colocándose de 5 a 10 hojas detrás de los dientes. No se muerde ni se mastica, solo se traga el líquido. También se le puede poner bicarbonato de sodio o yica para que largue más rápido el jugo. Se puede tener hasta una hora aproximadamente y luego se tira el acuyico, que es el montón de hojas. Los choferes de las excursiones y los camioneros son los que más recurren a la coca como energizante, en el norte es legal su uso y su venta pero no así su cultivo por lo que se importa desde Bolivia.

Finalmente y sin apunarnos llegamos a Humahuaca. Allí luego de almorzar en un restaurante de comida y música típica, un lugareño llamado Waldemar nos contó sobre la historia de los Kollas o Collas, que significa señor o inminencia. Waldemar comenzó a relatarnos anécdotas con la narración de un poema de Fortunato Ramos que decía así:
No te rías de un colla
No te rías de un colla que bajó del cerro, que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos; no te rías de un colla, si lo ves callado, si lo ves zopenco, si lo ves dormido. No te rías de un colla, si al cruzar la calle lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco, asustao el runa como asno bien chúcaro, poncho con sombrero, debajo del brazo. No sobres al colla, si un día de sol lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero; ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío, donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo. No te rías de un colla, si lo ves comiendo su mote cocido, su carne de avío, allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río; menos si lo ves coquiando por su Pachamama. Él bajó del cerro a vender sus cueros, a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina; y es tan precavido, que trajo su plata, y hasta su comida, y no te pide nada. No te rías de un colla que está en la frontera pa'l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta; ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas cuando alguien se atreva a violar la Patria. No te burles de un colla, que si vas pa'l cerro, te abrirá las puertas de su triste casa, tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,comerás un tulpo y a cambio de nada. No te rías de un colla que busca el silencio, que en medio de lajas cultiva sus habas y allá, en las alturas, en donde no hay nada, ¡así sobrevive con su Pachamama!

Luego, explicó varias costumbres de Humahuaca como ser que las familias son muy numerosas teniedo entre 8 a 10 hijos y para elegir los nombres se basan en el calendario y le ponen los nombres de los Santos. Incluso bromeó cuando dijo que era un problema si nacía varón en el día de Santa Ana. El colla contó las virtudes del carnaval del pueblo que se realiza todos los veranos a los largo de 8 días y en su preparación intervienen numerosos elementos: comparsas (con sus trajes, banderas y cantos), máscaras de cuero de chivo, juegos, ritos y disfraces. El diablo es el muñeco que representa el carnaval y los trajes son extremadamente coloridos y muestran la influencia de otros países como Bolivia y Perú. Waldemar explicó la costumbre social y ancestral del sirviñacu. Este consiste en un periodo de prueba que se dan los novios antes de casarse.
Cerca de la plaza y la Iglesia, se encuentra el Monumento a los héroes de la Independencia Nacional, erigido con motivo de homenajear al Ejercito Argentino del Norte que combatió un total de 14 batallas en Humahuaca, durante la guerra por la Independencia Nacional. En la escultura de cobre están representados de un lado los gauchos, y del otro los aborígenes que también participaron en la guerra. En el centro de la estatua está la imagen del chasqui indígena Pedro Socompa que lleva la noticia de la libertad.


En el pueblo jujeño pudimos ir a un taller de telar donde las mujeres explicaron cómo se realizan los tapices y las diferencias que hay entre los de lana de vicuña, alpaca, llama o los industriales. También tuvimos el privilegio, por lo menos lo considero así ya que me apasiona las manualidades, de ver cómo realizaban los objetos de arcilla con el torno con una velocidad asombrosa. En dos minutos o menos el joven modelaba con sus manos la arcilla y realizaba tazas, floreros y vasijas.

Luego de caminar con el día soleado por Humahuaca fuimos a recorrer el pueblo de Tilcara (lugar del cuero fuerte), a unos pocos kilómetros. Allí el clima nos volvió a sorprender. Un frío helado nos invadió mientras que escalábamos el Pucará, una fortaleza de los aborígenes que tenían el arte de encajar las piedras para realizar allí cercos para los animales, terrazas de cultivo de papa andina o sus viviendas.

En el camino a la ciudad de San Salvador de Jujuy viajamos con lluvia y viendo de nuevo los cerros nevados al costado de la ruta. Al llegar a destino escuchamos a los locales que estaban maravillados con la noticia del día: hacía 15 años que no nevaba en la capital jujeña.
Día 5: Salta
El 5to día fue de descanso (de excursiones). Nos levantamos lo más tarde que pudimos para no perdernos el desayuno, ese que es tan abundante que tira hasta la cena. La mañana la dedicamos a recorrer la ciudad a pie observando los destrozos que el temporal del día anterior había dejado.

Visitamos la Plaza Guemes que está ubicada en frente del hotel y tiene en uno de sus extremos una llama de luz eterna en memoria del lugar que el General fue herido de muerte en 1821.


En esta oportunidad pudimos entrar a la Catedral. Son imponentes los retratos de los santos, las columnas de mármol y las pinturas en la cúspide. En el sector izquierdo yacen los restos del General Güemes y de otros importantes soldados que participaron en la guerra de la Independencia. Al momento de la visita, decenas de personas se congregaban en la misa del mediodía.
El Cabildo de Salta ha tenido a lo largo del tiempo distintas funciones: Casa de gobierno, cárcel, administrativas, hasta incluso fue vendido a particulares y sus salas fueron convertidos en locales comerciales (Increíble no?). Actualmente, pertenece al Estado y es un museo histórico. En su interior, las vitrinas muestran a los visitantes los primeros objetos de los Incas como vasijas y flechas, junto con carteles informativos.

También hay una valiosa colección de monedas de plata, cobre y oro de la época del Virreinato del Río de La Plata. Las armas y los fusiles también son protagonistas de este museo junto con variada inmobiliaria de la época. Además hay objetos históricos de la ciudad como puertas y ventanas de madera tallada, cerraduras de hierro, una prensa, o las primeras galeras.


Desde los balcones del Cabildo se aprecia una maravillosa vista de la plaza central, desde donde se puede observar la bandera de la provincia flameando al lado de la argentina.
Por unos instantes simplemente me quedé mirando desde arriba la gente pasar. Una salteña vestida con un poncho colorado y negro, sombrero y folletos en mano ofrecía a los turístas una peña donde cenar. Un hombre de tez oscura vendía frutillas frescas en la calle. Una chica rubia que parecía francesa consultaba un mapa y un artesano con rastas y pulover de llama ordenaba con sus manos rústicas sus objetos en una manta en el piso. Una anciana con muchas arrugas en su rostro y con muletas pedía monedas en la puerta de la Iglesia, mientras que los turistas con cámaras de última tecnología pasaban a su lado ignorándola.

Por la tarde, luego de disfrutar de las comodidades del hotel (Sí, reconozco que soy muy caradura y fui por primera vez a una clase de pilates) seguimos con el lema caminar y caminar y recorrimos la peatonal de Salta. Locales para todos los gustos se extienden a lo largo de la calle Florida donde cientos de salteños y turistas la transitan.

Día 4: Salta
A la mañana aprovechamos el gran desayuno del hotel. Sintiéndonos un poco culpables y teniendo la mañana libre con Laura nos fuimos a caminar por la ciudad, mientras que los hombres descansaban. No me la había imaginado tan bella a esta ciudad. Pero realmente el apodo de Salta la linda, le sienta muy bien. Caminamos por unas calles angostas, mirando para arriba para ver los detalles de los balcones de las casas y sorprendiendome de la falta de semáforos en la ciudad. Su arquitectura hispánica la destaca del resto de las ciudades. Sus casas, calles, monumentos históricos y veredas angostas, conservan el espíritu colonial del momento de su fundación. Los balcones de madera o de hierro en las casas me recordaron a los dibujos de los libros de historia cuando estudiaba en el colegio la Independencia Argentina. “Se viene el zonda”, escuché mientras caminábamos. “¿El qué?”, pensé yo. A los pocos minutos, un viento seco y caliente, lleno de polvo nos invadió. Las ramas de los árboles de las plazas empezaron a caerse y los carteles de los negocios a volarse. Así que nuestro paseo a pie no duró lo que esperábamos.
A la tarde, la combi nos pasó a buscar para hacer el city tour. Como el viento seguía por seguridad tuvimos que hacer la recorrida sin bajarnos demasiado en los lugares más que para sacar una foto. Primero fuimos a la Plaza 9 de Julio (como verán en todos los lugares de Argentina hay una con este nombre). Con más de 80 variedades de árboles y plantas autóctonas, en su centro se encuentra el Monumento al General Juan Antonio Álvarez de Arenales, héroe de la independencia, rodeado por musas que representan a las 14 provincias existentes en la época colonial.


En frente se halla el Cabildo que data de los tiempos de la fundación en 1582 pero que fue reformado varias veces. Con una edificación sólida en la que se destacan sus arcos y balcones, fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1941.
También está la Catedral que tiene una fachada con un estilo italiano clásico. De tres naves, posee una ornamentación exuberante y en su interior custodia las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, patrones de la ciudad.

Alejándonos un poco de la plaza principal, se encuentra la Iglesia San Francisco, otro referente de la ciudad. Lo caracterizan su colorido y su campanario y en su interior conserva valiosas obras.

El monumento a Güemes se encuentra en el pie del Cerro San Bernardo. Todos los 16 de junio, se realiza la Guardia bajo las Estrellas, en la cual el pueblo salteño rememora las que fueran las últimas horas del gaucho; y el día siguiente más de 5000 gauchos a caballo le rinden homenaje en el desfile más tradicional de la Provincia.

Alejado del centro de la ciudad el Mercado Artesanal ofrece a los turistas una gran variedad de obras en cestería, plata, talabartería y tejidos.

A 269 metros de altura, es posible ascender al Cerro San Bernardo y desde allí apreciar una espectacular vista de la ciudad. En nuestro caso tuvimos poca fortuna, a causa del zonda y más a esa altura, el viento y el polvo entorpecían la visión (por no decir que literalmente nos volábamos).

Por último visitamos la villa veraniega San Lorenzo, enclavada en la quebrada del mismo nombre. Este lugar se caracteriza por tener un clima fresco y acogedor y cuenta con una exuberante vegetación. Cuenta con servicios de alojamiento y gastronomías de primer nivel, es el lugar ideal de veraniego para los salteños adinerados.

La noche salteña invita a conocer sus variados matices. Amplias ofertas para todos los gustos. En la zona de la estación de trenes, llamada Paseo Balcarce, la gente disfruta de la música y la comida en restaurantes ostentosos, cantinas humildes con recetas típicas, peñas con espectáculos artísticos, pubs, bares y confiterías.



Día 3: Cafayate
El tercer día pudimos dormir un poco más porque no teníamos excursiones programadas a la mañana. Igualmente nos levantamos temprano para conocer Cafayate en más profundidad. Un paréntesis merece la mención de los mensajes y llamados del día del amigo (incluso los que me despertaron). A la distancia los tuve presente durante todo el día deseando que algún día podamos disfrutar de estos hermosos paisajes juntos.
La plaza central de Cafayate está rodeada de árboles y bancos donde los turistas disfrutan de unos mates al sol. A pesar de ser invierno, la mañana se presentó con 26 grados de temperatura. A los alrededores de la plaza, se ubican la Iglesia (reconozco que no me gustan por mi ateísmo pero ésta era de carácter sencilla, de madera y con diseños de vitreaux poco ostentosos, lo que atrajo mi agrado); locales donde venden artesanías; una galería de arte con asombrosos tapices de Miguel Nanni (no se podía sacar fotos así que para el que le interesa le dejo la página web: http://www.nortevirtual.com/artesanos/nanni/); restaurantes caros destinados al turismo extranjero y bolichitos humildes con variadas ofertas.

Luego de un inconveniente de horario con la combi del paquete turístico y de unas horas que perdimos, partimos a la Quebrada de Cafayate o de las Conchas. Antes de seguir, les comento que cambiamos de guía y de compañeros de viaje. El salteño que nos llevó en esta etapa se la pasó coqueando todo el viaje (entiéndase tenía una bola de coca que parecía quico) y a mí me tocó el último asiento del micro, por lo que pude entender muy poco lo que él hablaba. Sumado a esto, además de la familia de Vicente López, dos parejas más, en esta ocasión se sumaron un contingente de señoras que voy hacer alusión a una caracterización que no me pertenece y tomo prestada: Sí, eran Doritas en potencia y no una, sino 4!!. Eran maestras de secundaria, de esas señoras que van de la escuela a la casa y de la casa a la escuela, con poca vida social. Supongo que fue por esa razón que de cada detalle hacían un mundo. El guía nos explicó que en la Quebrada abundan las montañas con muchos colores. Esto se debe a la oxidación de los distintos minerales. El rojo, a la oxidación del hierro; el amarillo a la de azufre; el verde a la de oro. Pocas son las palabras que encuentro para describir tanta belleza, creo que en estos paisajes valen más las fotografías sacadas.


Durante este recorrido pasamos por varios lugares señalizados donde las montañas toman forma de variadas figuras. Las más conocidas son Los Castillos, El Anfiteatro y la Garganta del Diablo. En el Anfiteatro natural, retumba lo que uno grita mientras que la Garganta del Diablo es un pequeño cañón que se puede escalar pero los guías prohíben subir demasiado por seguridad. A los costados de estas atracciones turísticas, se vendían artesanías (se siguen repitiendo las vasijas de arcillas, los adornos con madera de cardón o con alpaca, los tejidos) y alimentos como salame de llama o queso de cabra.






Según el guía, que no puedo recordar el nombre, a lo largo de la Quebrada había figuras en las montañas. Las que expliqué recién efectivamente se correspondían con lo que se veía pero sinceramente éstas que iba relatando me parecían demasiado inventadas. O quizás a mí me faltaba un poco de coca para aumentar mi imaginación o el efecto alucinógeno. El salteño, que se hacía el divertido con las Doritas, mostraba en la montaña figuras como el conejo, el titanic, el fraile, el clavo (según él, el monumento a la suegra), el obelisco, las ventanas, la tortuga (que para mí se parecía más a un conejo), el simio, etc.
Las Doritas, encantadas, festejaban las bromas fáciles del guía y para mí también estaban bajo algún efecto alucinógeno. “Ahí mirá hay un simio y uhh está enojado!! Y mirá ahora que doblamos se transformó en la cara de un indio riendo!” gritaban las señoras. Insoportable. Además no hablaban entre ellas sino que gritaban y uno se tenía que enterar de toda su vida, una decía que al hijo le había comprado un pulover de llama baratísimo y que a la hija unas polainas; la otra que estaba comiendo a reventar y que iba a volver rodando y la otra que el ex marido era un bicho (no me extraña que fuera ex) etc, etc. Encima a una le agarró un ataque de tos enfrente de Laura, que está totalmente paranoica con la gripe A y se pone alcohol en gel cada vez que toca algo. Nos compró a todos frasquitos, obviamente que yo lo llevo a todos lados, de ahí que lo use es otra cosa. Yo mientras maldecía a mi mp3 que se había quedado sin pilas en el medio del camino.
A las 21 horas después de un largo día llegamos al hotel de Salta, uno de los mejores que estuve en mi vida. Cenamos en un restaurante frente a la plaza sin poder recorrer mucho porque ya era muy tarde y al día siguiente teníamos programado un city tour por la ciudad. Al llegar a la habitación, me quedé hasta tarde escribiendo.
Día 2: Tafí del Valle, Ruinas de los Quilmes, Cafayate
A las 7.30 de la mañana del día 2 salimos de la ciudad de Tucumán y por la Ruta 38 fuimos recorriendo la Quebrada de los Sosa y el monumento al Indio hasta llegar a Tafi del Valle. El paisaje que predominaba era la selva yunga, una zona muy húmeda con abundante vegetación y fauna entre los que se encuentran animales como el tapir y serpientes venenosas.


Tafi del Valle es un pueblo pequeño pero adaptado a la actividad turística. Abundan las ferias artesanales y las confiterías. Después de tomar un té de coca en una casa de té hecha con piedras, la combi siguió hasta el mirador El infiernillo a una altura de 3.042 metros sobre el nivel del mar. Allí, los lugareños ofrecen artesanías de arcilla, medias y pulóveres de llama, tapices y productos típicos como dulces o alfajores regionales. En un mástil, la bandera de los pueblos originarios flameaba junto con la argentina.


Siguiendo por la misma ruta, se llega a Amaicha del valle, uno de los lugares más soleados del país ya que allí de los 365 días del año, hay sol 360. Y ese día no fue la excepción y tengo pruebas: mi cara colorada como un tomate lo demuestra.
En los Valles Calchaquíes, que tienen una extensión de 17.000 km2, es asombroso como cambia la vegetación. De un lado del cerro Nuñorco, como expliqué anteriormente predominaba la selva yunga y el clima húmedo. Del otro, hay un clima árido, semidesierto donde la flora se limita a la estepa y a los cardones que el guía nos explicó que viven hasta 300 años y que sus maderas se utilizan para hacer muebles, techos y artesanías. En cuanto a la fauna de este lugar, se destacan la llama, el guanaco y la vicuña.
Después de varios kilómetros en la combi escuchando folklore (agradezco haberme acordado de llevarme mi mp3) llegamos a las Ruinas de los Quilmes, considerado uno de los centros indígenas más grandes. En esta antigua fortaleza, se abre paso parte de la historia de este pueblo calchaquí. Los Quilmes fueron uno de los pueblos más guerreros y con la invasión colonial fueron llevados a Buenos Aires a pie donde llegaron menos de 400. En estas fortalezas se encuentran los restos de quienes murieron en la defensa de su territorio y la libertad por lo que para ellos toma el carácter de Ciudad Sagrada. Los legítimos herederos, solicitan la restitución de su patrimonio ancestral que les fue expropiado, utilizado y explotado para fines comerciales sin su propio consentimiento. Por este motivo, los descendientes piden la difusión de esta problemática que los atraviesa y que consideran que no es conocida por gran parte de la sociedad. Esta situación me interesó primero por lo que estudio y además porque tengo una amiga que tiene un programa de radio sobre pueblos originarios llamado La Flecha en Radio Estación Sur 91.7 FM. Así que decidí jugar a la corresponsal y hacerle una entrevista a Judith Agüero, descendiente del pueblo Talapaso de la Comunidad India Quilmes. El audio de Judith contando la historia, las costumbres de sus antepasados y cómo les fueron expropiadas las tierras será transmitido seguramente en el programa. (Al que le interese se lo puedo pasar o avisarle cuando salga)






Hasta ahí fue nuestro recorrido en Tucumán. Al cruzar a la provincia de Salta, Leo nos brindó algunos datos que desconocía. La principal industria de esta provincia es el tabaco donde se realiza el acopio y el proceso químico. La segunda, la de la caña de azúcar seguido por el turismo. La cuarta industria de esta provincia son los cítricos y por últimos los recursos naturales como el gas y el petróleo. También las especies como el pimiento, el ají picante son característicos de Salta.
El primer lugar que visitamos dentro de esta provincia fue Cafayate, una localidad de los Valles Calchaquíes. De origen quechua, su nombre significa: Cajón de agua. Con una población de 16.000 personas, se fundó en 1840. La principal actividad de la zona son los viñedos, hay 18 bodegas actualmente en uso. Cafayate es un destino muy turístico tanto para nacionales como para extranjeros. Incluso es el destino que eligen para veranear los salteños. De excelente clima, la tranquilidad guía este pueblo. A las 14 hs no corre un alma; es la hora de la siesta. En el Criollo se puede comer las especialidades de la casa: empanadas salteñas (como las tucumanas pero con papa) y casuela de chivito acompañado con una cerveza Salta (como verán sigo probando cervezas por el país). En la heladería Miranda se puede degustar algo inusual: helado de vino (créanme que tenía realmente sabor al Torrontes). Y si de vinos se trata, una de las excursiones fue visitar la Bodega "La Vieja Vasija". Allí, un trabajador nos explicó todo el proceso de elaboración del vino desde la cosecha de las uvas, pasando por la fermentación hasta el envasado. Una buena propuesta para los amantes de esta bebida e interesante para los que no somos consumidores (por ahora, uno nunca sabe) y desconocíamos el proceso de elaboración. Pasamos la noche en Cafayate para a la mañana siguiente conocer más de esta localidad turística.




Día 1: San Miguel de Tucumán

A las 6.10 salía el avión con destino a San Miguel de Tucumán. A las 22 de la noche anterior, vinieron a cenar a mi nuevo departamento mis amigas del colegio. No iba a hacer tiempo para dormir ni siquiera un rato asique se quedaron hasta las 3 y algo que venía a buscarnos el remisse para llevarnos a Aeroparque. Durante el camino pude dormir muy poco porque mi señor padre para que el chofer no se durmiera en la madrugada le sacaba charla. Luego de hacer el check in, sin inconvenientes embarcamos y el avión salió unos minutos más tarde de lo estipulado. Siendo las 6.30 hasta que llegamos a las 8.30 a Tucumán habremos dormido solo una hora entre despegue, turbulencias, los oídos tapados y el aterrizaje.
Al llegar al aeropuerto de Tucumán, un joven de la agencia de viajes La Posada nos fue a buscar en una combi y nos llevó al hotel que estaba ubicado a dos cuadras de la Plaza Independencia, la central en la ciudad. El chico se presentó como Leo y orgullosamente salteño. Tenía los rasgos físicos típicos de su provincia: morocho de cabello y piel, ojos negros y además una gran sonrisa. Amante de Patricio Rey, el guía de 27 años demostró a lo largo de estos primeros días un gran conocimiento del norte argentino y un enorme potencial para transmitir su saber a los turistas. De él tomaré algunos datos históricos o estadísticos para realizar ésta bitácora de viajes que con la ayuda de la tecnología me permite contarles mi recorrido mientras estoy todavía viajando.
Antes de seguir les presento a mis compañeros de viaje: Dardo, mi padre; Laura, la novia y Augusto, su hijo de 13 años. Los otros turistas que nos acompañan en el recorrido son una pareja de Vicente López con una hija y un hijo que rondan los veintipico. También viajan en las excursiones con nosotros una pareja joven compuesta por un colombiano y una francesa que hace tres meses están recorriendo Latinoamérica.
Retomando el recorrido, después de dejar el equipaje en el hotel (excelente), fuimos a la primera excursión programada: la casa del Obispo Colombres que fue el lugar del primer ingenio de azúcar de Tucumán. Allí se observa el proceso de transportación de la caña de azúcar para obtener sus derivados. La industria azucarera fue el motor de la economía tucumana que modeló el paisaje, el trazado de caminos y ferrocarriles. Y en torno a los ingenios, fueron surgiendo los poblados. Pero en los 60 una tercera parte de ese complejo productivo y social fue destruido: la dictadura del Gral. Onganía ordenó el cierre de 11 de los 27 ingenios de la provincia, con la consecuente emigración obligatoria de aproximadamente 20.000 tucumanos.

Después nos llevaron a conocer el Cerro San Javier a 1.200 mts de altura. En el camino pasamos por la zona residencial de Tucumán, llamada Yerba Buena. Luego de varios kilómetros en subida de senderos sinuosos (consecuencia de Selis=mareos) y vegetación variada (tipas, laureles, jacarandas) llegamos a la cima. Allí hay un mirador donde se ve toda la ciudad de San Miguel de Tucumán pero lamentablemente había muchas nubes que nos impidieron tener una buena visión. También en el punto más alto del cerro está el Cristo Redentor.



A la tardecita fuimos al Parque 9 de Julio que es el más grande de la ciudad. Recorrerlo me hizo acordar a un mes atrás cuando en ese paisaje verde nos tiramos a descansar mientras esperábamos la hora del partido. Ahora con más tiempo pude visitarlo mejor, y darme cuenta que era inmenso y pintoresco.



Llegada la noche hicimos el City Tour clásico que consta de la Plaza Independencia y de todos los edificios que están a su alrededor: la Catedral, la Casita de Tucumán, la Casa de Gobierno, el Jockey Club y la Iglesia Franciscana, entre otros. A cada paso revivía los momentos previos al partido del lobo. El almuerzo en la Pizzada, el helado tucumano, la visita a la Casita y la firma que estampamos en el libro. Sentí que estaban a mi lado mis compañeros de viaje, en especial Floppy y mi nuevo amigo tripero.



A la hora de la cena, decidimos probar las comidas típicas de Tucumán.Paramos en un bolichito sencillo, decorado con cañas de azúcar y cardones que se llamaba El Portal. Entre los cuatro pedimos las comidas típicas para compartir. Las empanadas tucumanas son mejor conocidas como piernas abiertas ya que su relleno tiene mucha salsa que chorrea. Son muy sabrosas por la gran cantidad de condimentos que tienen: pimienta blanca, comino, pimentón y ají molido. Los tamales y la humita son parecidos ya que ambos están envueltos en hojas de chalas. Mientras que los primeros están hechos a base de harina de maíz y el relleno de las empanadas de carne, la humita consiste en una pasta de masa a base de maíz, choclos criollos amarillos, zapallo, queso mantecoso, cebolla y condimentos. El locro es otra de las comidas típicas del norte, ideal para el invierno.

Como postre, había variados dulces regionales entre los que decidí probar el cayote con nuez aún sabiendo que no me iba a gustar, y efectivamente no me equivoqué. Pero estas son las pequeñas cosas que me gustan de los viajes, aprender de otras culturas, comidas y lugares a las que no estamos acostumbrados.
Con tan pocas horas de sueño y con una excursión programada para el día siguiente a las 7 de la mañana, finalizada la cena provechosa nos fuimos al hotel a descansar.